viernes, 16 de diciembre de 2016

Selenita en Madrid

A Selena


Pongamos que hablo de Tirso de Molina:
al Norte el Sol,
al Oeste, la parte bonita de América,
al Este, Atocha,
al Sur, la frontera
sin vallas con el mundo
que es Lavapiés.

Y en el centro de todo Tú;
los lugares y los planetas giran,
desde que existes,
alrededor de la Luna.


(Es curioso:
yo me crié en un trozo de roca
en medio de la infinitud,
algo similar a un asteroide).







Madrid

Esta ciudad es tan grande
que a veces uno se olvida
de uno mismo.

Pero siempre es divertido
verse desde fuera.
Reconocerse, de pronto,
entre el gentío.

Recordar mi nombre –y el tuyo,
que me acompaña irremediablemente–,
volver a colocar los ojos
en sus respectivas cuencas
–¿cuál era el izquierdo
y cuál el derecho?
Lo mismo da...–,
pensar quizá en mi madre
y llamarla y confesarle que estoy bien,
que como, que llevo abrigo,
que me sé feliz,
comedidamente.

Celebrar el encuentro,
tomar un café solo,
o con leche,
o en compañía.
Alegrarse francamente,
seguir el camino,
volver a perderse de vista.

Lo extraño no es coincidir
con un conocido cualquiera,
dar con un amigo de la infancia,
con familiares, notarios,
policías, albañiles.

En esta ciudad
tan inabarcablemente ajena,
lo curioso, lo inaudito
es ir y toparse
                      con uno mismo.



Esbozo sobre la naturaleza del amor (o preludio) y poema

''El amor es la compensación de la muerte; su correlativo esencial''.

A. Schopenhauer


El amor, cuando es profundo y verdadero –lo cual equivale a ser único y singular–, nos hace percibir el mundo como un hogar. En el momento en que somos conscientes de amar la vida deja de ser algo indefinido, alojado en un contexto caótico o, en el peor de los casos, hostil. El mundo se convierte en una patria irrenunciable y la diferencia, esto es, la infinita posibilidad de la existencia, pasa a ser nuestro patrimonio. Todo es posible cuando se ama, simplemente porque deseamos para todos nuestra alegría, nuestra paz, nuestro amor, que es el amor inabarcable por todo, compartido apasionadamente por dos seres que, repentinamente, se descubren a sí mismos partícipes de la belleza, co-creadores del universo que les alberga. El amor es la generosidad absoluta, el punto más sublime de la creación, el lenguaje de la divinidad, porque hace de la originalidad la base de una existencia libre y plena.


Entonces,
yo daría mi vida por ti
porque la vida sin amarte
sería poco menos
que la tediosa tarea
de desaprender a vivir
esperanzado,
de vagar por los minutos
y no hallar dónde descansar,
dónde dejar los bártulos
o el corazón:
el mundo es un lugar hostil
para quien no es amado,
pero cualquiera de sus rincones
        es un hogar
        para quien conoce esa suerte.



Síntesis y conclusiones

A Selena


I.

Qué bello me resulta,
en esos momentos
en los que acostumbro a pensarte
con ferocidad,
que la historia
de nuestro amor
sea nomás
que la historia
de nuestra singular
y profunda
amistad.

II.

Yo no te soy simplemente fiel, amor,
te soy leal.


Tempus vivendi

''Hoy es siempre todavía''.

Antonio Machado 


Del pasado creo
–humildemente–
haber aprendido algunas cosas.

Entre ellas cuento:
no creer nunca que todo está aprendido,
pues aprender es aprehender el mundo
(y algún día el mundo será nuestro),
no empeñarme en buscar el amor
donde no hay alguien dispuesto a amar
(eso último vale tanto para los amores
como para las amistades
y para otras muchas cosas),
acariciar las certezas y celebrarlas
y jamás alimentar las incertidumbres
–esas que el tiempo y solo el tiempo
se encargará de deshacer–
con miedo.
                  Y poco más.

Del presente creo intuir
que nunca he dejado de vivir en él,
que eso es lo que soy:
un joven que se llama Alberto
y que fue, sin embargo, un niño
que se llamó Alberto
y que será un hombre que se llamará
como se llame Alberto. 
                 No tengo clara la frontera
entre un tiempo y otro. Pero creo
que el pasado es cosa del pasado
y que nada se precisa rescatar de él
–salvo algún feliz recuerdo–
pues todo lo que de él vale la pena
lo lleva uno consigo,
que el futuro es un proyecto,
una feliz perspectiva
que depende tan solo del compromiso
constante de ser siempre mejor y más humano:
el futuro sería, entonces,
la consecuencia exacta de la esperanza.

Y el presente es –supongo–
no más que lo aprendido,
lo que quedó,
lo que nunca dejará de ser
para ser 
todo cuanto tengo
y tuve
          y tendré siempre.